En este artículo, exploramos cómo el interés compuesto, combinado con una estrategia de inversión en valor, puede convertirse en tu mayor aliado para construir patrimonio a largo plazo.
El interés compuesto es uno de los principios más poderosos y, a menudo, subestimados en la creación de riqueza. Se basa en la idea de que, al reinvertir las ganancias y permitir que el capital crezca con el tiempo, los inversores pueden lograr rendimientos exponenciales. Este concepto es fundamental en las estrategias de inversión en valor a largo plazo utilizadas por grandes inversores como Warren Buffett y Charlie Munger.
Cuanto más tiempo se mantenga una inversión, mayor será el efecto de la reinversión de los rendimientos, lo que puede favorecer el crecimiento del capital. Este proceso es similar a una bola de nieve que al principio avanza lentamente y gana tamaño de manera progresiva a medida que sigue rodando.
Sin embargo, el interés compuesto por sí solo no garantiza el éxito: su verdadero potencial se alcanza cuando se combina con una estrategia de inversión sólida, como la inversión en valor.
Un ejemplo es el del propio Warren Buffett, quien comenzó a invertir a los 11 años con una cantidad modesta. Su notable crecimiento patrimonial se debió a la aplicación consistente de principios de inversión en valor junto con la reinversión de beneficios, lo que a largo plazo le permitió construir una fortuna superior a los 160.000 millones de dólares.
«El mercado de valores es un mecanismo para transferir dinero de los impacientes a los pacientes» – Warren Buffett
¿Cómo es posible que haya tanta diferencia entre el interés simple y el interés compuesto? El secreto está en las matemáticas. Observa la fórmula:
Interés Simple
Cn = C0 (1 + r . n)
Interés Compuesto
Cn = C0 (1 + r)n
donde:
La clave está en cómo se generan los intereses y qué se hace con ellos. Un inversor que prefiere cobrarlos obtendría un interés simple, mientras que si opta por reinvertirlos tendría un interés compuesto.
La diferencia puede parecer sutil al principio, pero a lo largo del tiempo, se convierte en un abismo. Imagina que inviertes 1.000€ en una empresa que crece a una tasa del 10% anual. Así es como se multiplica con el tiempo:
10 años | 20 años | 30 años | |
---|---|---|---|
Interés simple | 2.000 | 3.000 | 4.000 |
Interés compuesto | 2.594 | 6.727 | 17.449 |
Con el interés simple tu capital experimenta un crecimiento lineal, porque los intereses se calculan siempre sobre el capital inicial. En nuestro ejemplo 1.000€ al 10% anual de interés simple, ganarás 100€ cada año. En 10 años habrás ganado 1.000€, en 20 años serán 2.000€… El capital crece en línea recta, sin aceleración.
Con el interés compuesto tu capital experimenta un crecimiento exponencial. Los intereses se reinvierten, es decir, en cada periodo se calculan sobre el capital inicial más los intereses ya generados. Usando el mismo ejemplo: 1.000€ al 10% anual, pero con interés compuesto, en 10 años tendrás aproximadamente 2.594€, no 2.000€. ¿La razón? Cada año ganas intereses no solo sobre los 1.000€ iniciales, sino también sobre los intereses acumulados de años anteriores.
Fuente: Elaboración propia Luceiro Capital.
Incluso pequeñas diferencias la duración de la inversión o en la tasa de retorno pueden generar enormes diferencias en la generación de riqueza. Pero lo importante no son los números, sino entender lo que ocurre cuando tienes paciencia y una buena estrategia.
En el siguiente gráfico observamos cómo varía la generación de riqueza en función de la tasa de retorno obtenida. Las diferencias son sustanciales y llevado al periodo más largo de 30 años, con una rentabilidad del 8% el capital final sería 10.063€, con el 10% serían 17.449€ y con 12% serían 29.960€. Es decir, en nuestro ejemplo, subir la tasa de retorno un 4% durante 30 años supondría obtener casi el triple capital final.
Fuente: Elaboración propia Luceiro Capital.
«El interés compuesto es la fuerza más poderosa del universo» – Albert Einstein
La idea del margen de seguridad fue popularizada por Benjamin Graham, mentor de Warren Buffett, y sigue siendo uno de los pilares del value investing.
El value investing se basa en comprar un activo por debajo de su valor intrínseco (lo que vale según su potencial de generar beneficios futuros). Uno de los principios del value investing es trabajar con margen de seguridad, que consiste en aplicar un descuento adicional al valor intrínseco estimado de una empresa antes de invertir.
Es decir, una vez calculado cuánto vale realmente una compañía según su capacidad de generar beneficios futuros, se exige un precio aún más bajo para contar con un colchón ante posibles errores de análisis, cambios en el entorno o eventos imprevistos. Esta prudencia no solo protege la inversión, sino que también potencia los efectos del interés compuesto a largo plazo, al minimizar pérdidas y maximizar el capital reinvertido.
Este margen es el aliado perfecto del interés compuesto, y protege tu inversión frente a errores en el análisis, volatilidad del mercado o eventos imprevistos.
Ejemplo: supón que, tras analizar los fundamentos de una empresa, calculas que una acción vale 100€ basándote en sus fundamentos (beneficios, crecimiento…), pero el mercado la está vendiendo a 70€. Esa diferencia del 30% representa tu margen de seguridad. Incluso si te equivocas en el análisis y el valor real es 85€, seguirás teniendo un margen para obtener beneficios y limitar posibles pérdidas.
No se trata de ganar mucho en poco tiempo, sino de dejar que el tiempo trabaje para ti.
El poder del interés compuesto en la inversión en valor consiste en aprovechar el tiempo, reinvertir y evitar riesgos innecesarios. Al enfocarse en empresas de alta calidad y dejarlas crecer, los inversores pueden obtener retornos extraordinarios a largo plazo. La clave es la paciencia, la disciplina y el compromiso con el proceso.
Si estás empezando en el mundo de la inversión, lo más importante es comenzar lo antes posible. Incluso si no tienes una gran cantidad de dinero, invertir pequeños importes de forma regular te permitirá aprovechar el tiempo a tu favor.
«El gran dinero no está en la compra y venta, sino en la espera» – Charlie Munger
Invertir en fondos de inversión es una forma sencilla de empezar. Una de las primeras decisiones es elegir entre un fondo de acumulación o un fondo de distribución (muchos fondos ofrecen ambas versiones).
Los fondos de acumulación, reinvierten los beneficios que generan, aprovechando las ventajas del interés compuesto. Sin embargo, en un fondo de distribución, como en el ejemplo del interés simple, los beneficios se distribuyen periódicamente a los inversores.
En Luceiro Capital creemos en el interés compuesto y hemos diseñado un fondo de acumulación que aplica los principios que mencionamos en el artículo. Buscamos empresas de calidad, con recorrido, y las dejamos crecer con el tiempo.
Si quieres descubrir cómo trabajamos, te invitamos a saber más sobre Luceiro Capital Value Fund FI